lunes, 30 de mayo de 2011

Ellos huían sin dejar "huellas"

Ellos huían sin dejar "huellas"


Jesús David Hernández Grisales, alias "Chaparro", llevaba varios meses, tal vez años, lacerándose, hiréndose cada uno de los diez dedos de sus manos.

Utilizaba un bisturí o algún instrumento quirúrgico de vértice fino, pues las cicatrices traspasaban la dermis y la epidermis. Las suturas llegaban a más de un milímetro de profundidad, según el perito de la Sijín, de la Policía, que en principio asumió el caso.

"El término preciso es 'automutilación'. Seguramente se hacía un torniquete para contener la sangre. Lo más probable es que se valiera de anestesia, porque el dolor que se puede sentir es insoportable", declara otro investigador.

Pero son hipótesis. Lo único claro es que las huellas que este hombre plasmó en la tarjeta decadactilar, al momento de su captura, dejaron ver, a través de una lupa, cicatrices diminutas e inciertas instaladas en los núcleos (o centro de las yemas).

Esta historia comenzó a las 10:25 de la noche, del pasado 13 de mayo. A esa hora, hombres de la Dirección Nacional de Antinarcóticos de la Policía llegaron hasta el apartamento 715, de un conjunto residencial, en Envigado, Antioquia.

Un hombre, sin mostrar asomo de alteración, abrió la puerta y se identificó como José Guillermo Machete Alarcón, con cédula de ciudadanía No. 3025023, de Fúquene, Cundinamarca.

El documento resultó ser fidedigno. Sin embargo, un experto en "documentología" de la Sijín no tardó en advertir que, tanto el nombre como la fotografía, habían sido puestas encima de las originales.

Igual sucedió con las huellas. "Como eran cicatrices muy hondas, es decir, de carácter definitivo que alteran el dibujo dactilar para siempre, nos pareció más que sospechoso", agrega el dactiloscopista.

La identificación plena del capturado solo se logró al analizar el dedo siete o índice izquierdo, pues era el que menos intervenciones exhibía.

Dichas impresiones fueron cotejadas con la base de datos de la Registraduría Nacional de la Nación, y el resultado fue el que ya todos conocen: que se trataba de los dedos de Jesús David Hernández Grisales, alias "Chaparro", uno de los hombres más buscados en Antioquia y sobre quien pesaban una condena y seis órdenes de captura vigentes por los delitos desplazamiento forzado, homicidio agravado, concierto para delinquir y porte ilegal de armas de fuego.


¿Sabía lo que hacía?
"Quien le hizo esas heridas a 'Chaparro' tiene conocimiento en dactiloscopia, porque se nota la intención de cambiar lo que nosotros llamamos el rumbo de las crestas en las huellas", prosigue el funcionario consultado.

Aún con estos hallazgos, alias "Chaparro" se rehusó a dar algún dato al momento de la legalización de la captura.

-¿Puede darnos los nombres y los apellidos completos?-preguntó el Juez."Yo voy a guardar silencio", respondió.

-¿Donde vive?"Como le dije anteriormente, señor Juez, ya el doctor (su abogado) va a dar todo de conocimiento", insistió.

-¿Es hijo de quien?"Mi abogado... está en mi defensa, yo voy a guardar silencio".

¿Quiere decir que le da el uso de la palabra a su defensor para efectos de que suministre los datos de identificación de usted? Y de nuevo calló.El caso de alias "Chaparro" deja muchas preguntas. ¿Qué tanto un ser humano puede modificar la información que guardan consigo las huellas dactilares, o, en su defecto, el rostro?

Dactiloscopistas del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía, ajenos al caso, creen que cirujanos o incluso dermatólogos, pueden estar detrás de este tipo de intervenciones.

¿Es posible entonces borrarse las huellas dactilares definitivamente? Mientras acerca su ojo a un cristal de aumento, el entrevistado del CTI responde: "No, tendrían que amputarse los dedos. Todos tenemos huellas en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Es nuestro mapa personal y a eso, por más que queramos, no podemos renunciar".

A esa idea se adhiere María Esther Castillo, médica especializada en cirugía de la mano y directora del Hospital Universitario Mayor (Mederi), de Bogotá.

"Tendrían que injertar todo el tejido de la extremidad, y ese no es un procedimiento viable. Con elementos cortopunzantes podrían dejar cicatrices imborrables, pero tenga en cuenta que los dedos quedan hipersensibles al tacto", dice.

Solo en algunos ancianos mayores de 70 años, dice Castillo, se ha visto que las huellas van desapareciendo, pero como una consecuencia del inexorable paso del tiempo.

Pero si cambiar de identidad de la noche a la mañana aún no parece una maniobra viable, la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía ha sido testigo de extrañas cirugías que en principio generaron confusión.

El 26 de julio de 2005, se desmoviliza Rodolfo Useda Castaño, alias "Julio Castaño", comandante del Bloque Libertadores del Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia.

En versión libre, además de confesar 99 crímenes y de señalar sus relaciones con varios políticos del departamento de Nariño, este hombre dijo que se había practicado una cirugía para cambiarse los "pulpejos" de las huellas (parte carnosa del dedo).

"El ex paramilitar quiso distorsionar su índice derecho, agregándole otro núcleo, lo que le cambió la clasificación. Sin embargo, por los otros dedos de las manos lo pudimos identificar fácilmente", reveló el experto encargado del caso.

Cambio de rostro
El doctor Juan Hernando Santamaría Durán, presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica y Reconstrucctiva, pone de presente que no es posible intentar cambiar un rostro completamente, al estilo de Juan Carlos Ramírez-Abadía, alias 'Chupeta' (narco capturado en Brasil el 7 de agosto de 2007).

"Lo de alias 'Chupeta' fue una cirugía deformante, pero no definitiva. Le ayudó a camuflarse, seguramente. Lo que veíamos en aquella película 'Contracara' (Con Nicolas Cage y John Travolta) no es real. Todos tenemos dentro de nuestro rostro unas medidas que no son modificables".

Respecto a la intervención de las huellas, insiste en que solo se podrían modificar quemándolas. "Los surcos digitales se pierden si la quemadura es profunda. ¿Cómo lo hacen? No tengo la menor idea. Imagino que utilizando sustancias y ácidos muy agresivos".

Santamaría agrega que, a razón de la ética y el juramento Hipocrático, es muy difícil que un cirujano plástico acepte tener como paciente a alguien que intente sepultar de tajo tanto su huella como su rostro.

Pero casos hay. Lorití Breuel, la célebre cirujana que operó a alias "Chupeta", en Sao Pablo, le dijo a la prensa de Brasil que actuó bajo el principio de la buena fe.

En ese mismo país fue donde, al parecer, se operó el asesinado narcotraficante del Norte del Valle, Hélmer Pacho Herrera. Un antiguo trabajador suyo (quien certifica haber pagado una condena de 12 años de cárcel en Nueva York) recuerda que fue testigo del cambio en la fisonomía de Herrera. "Estuve en Europa un tiempo y cuando vuelvo, de repente llego a un salón donde hay siete u ocho personas y reconozco al 'señor', pero solo por la voz", testifica.

Una crónica del diario El Tiempo , publicada el 2 de septiembre de 1996, deja constancia que a Pacho Herrera solo lo identificaron a través del cotejo dactilar.

"A las 2 de la tarde, el director de la Policía, general Rosso José Serrano, entró a la iglesia Cristo Obrero de Yumbo (Valle), y tras recibir la bendición del párroco, tomó del brazo a un hombre de traje azul y finos modales que decía ser Pacho Herrera, pero que en nada se parecía al que conocían las autoridades y el país", dice el texto.

Pero pese a los intentos de suplantación, al final la verdad ha salido a la luz. Otro que lanzó el anzuelo más recientemente fue el ex paramilitar Pablo Emilio Quintero Dodino, alias "Bedoya" (del Bloque Central Bolívar de las Auc, con influencia en Barrancabermeja).

Se presentó a Justicia y Paz con el nombre de Camilo Andrés Rodríguez Contreras. Todo parecía encajar, hasta que en el CTI notaron que en la parte marginal de su índice izquierdo, sobresalían surcos extraños.

Y, pese a que la Fiscalía de entrada supo su verdadera identidad, tuvieron que pasar dos años para que alias "Bedoya" confesara.

Fue en la versión libre que rindió el 7 de junio de 2007. Ese día no solo contó cómo había asesinado, a mano propia, al periodista José Emeterio Rivas (muerto el 25 de octubre de 2003), sino que soltó un par de perlas más. Una: que se puso el alias de "Bedoya" por la admiración que le profesaba al ex general de la República, Harold Bedoya. Y la última: que en Bucaramanga había pagado 3 millones de pesos por el cambio de huella, una plata que, por lo visto, se perdió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario